2008-09-04
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Amadeu Casellas lleva más de 22 años en la cárcel por haber expropiado durante los años 70 y 80 en distintos bancos un dinero que siempre puso a disposición de trabajadores organizados en peleas sindicales.
Ahora se encuentra pagando por ello una concatenación de condenas que, a todos los efectos, supone cadena perpetua, ya que ni el tercer grado le otorgan.
Para exigir esto último o la refundición de condenas, que significaría su puesta en libertad, ha decidido ser oveja (negra) que bala (denuncia) a costa de perder el bocado, es decir, hacer huelga de hambre indefinida, desde el día 22 de junio.

A Amadeu le habría salido mejor, carcelariamente hablando, quedarse con el vil metal, al estilo Dioni ya que de esta forma probablemente ahora, con esta justicia tan ciega, disfrutaría de libertad y de posibles. Pero escogió un camino más difícil y honrado, una senda de dignidad y subversión, que continuó una vez en la cárcel en forma de tenaz resistencia a todas las injusticias que ha visto y vivido durante estos largos años de prisión, como los abusos y arbitrariedades para con los presos, el régimen de excepción FIES (ficheros internos de especial seguimiento), sistema penitenciario corrupto, dispersión ...

Su condición de huelguista hace recordar inevitablemente a otro más celebre, que aún denostado social y oficialmente, ha obtenido un mayor eco político y mediático, o por lo menos ha conseguido dar mayor dimensión a su situación. La liberación de Amadeu no molestaría a nadie, siquiera al reducido colectivo de banqueros que, por otra parte, se pueden ver resarcidos con todas las hipotecas y comisiones con las que asedian a los trabajadores. Pero con no molestar ni causar perjuicio a nadie, no llega. Tampoco parece que su firme determinación tenga poder alguno para mover las rotativas o para convertirse en patata caliente para quienes acostumbran desde los despachos a proteger sus réditos electorales. Lamentablemente estamos más que acostumbrados a ver cómo, según coyunturas y conveniencias del momento, se trate un mismo fenómeno con distinto interés. El que nos ocupa, el de un activista libertario, no es en absoluto el único caso que cae en el olvido de forma injusta e inhumana y cabe recordar situaciones como las de Aramburu (comunista), Barandalla (independentista abertzale), o del anónimo preso común que sufre condena en condiciones de enfermedad grave, etc, ...

La arbitraria situación que atraviesa Amadeu, que responde sin duda a una decisión política, sólo será susceptible de cambiar con el apoyo y denuncia de quienes pensamos que hoy, como siempre, se paga más pena por cuestionar el orden de las cosas que por las divisas sustraídas. Si no, que pregunten a cualquier político corrupto y malversador que, de forma extraña, haya sido juzgado. ¿Hay alguno de estos en la cárcel?
Colectivo Malatextos



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