2008-07-03

Acerca del corredor navarro de Alta Velocidad  

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En las últimas semanas se ha reavivado el debate sobre el TAV en Navarra, a cuenta del retraso de su tramitación desde Madrid.

Nos encontramos ante un proyecto donde se gastarán aproximadamente las tres cuartas partes del presupuesto del Gobierno de Navarra de 2008, pero a día de hoy nadie responde al por qué, para qué y para quién es el TAV. L@s viajer@s de tren nos preguntamos hasta qué punto es necesario semejante derroche para ganarle unos minutos al ALVIA. El Gobierno de Navarra insiste en empezar la casa por el tejado. Apuesta ciegamente por la alta velocidad, sin esperar a las conclusiones de los estudios de necesidades de transporte impulsados por la misma administración autonómica y central.

Nos referimos, en primer lugar, al anunciado “Plan Integral de Transporte de Navarra” (PITNA), que en teoría está dirigido al diagnóstico territorial, funcional, económico y jurídico de los servicios actuales de transporte, para analizar la demanda real. Una vez más, el Gobierno intentará justificar sus erróneas actuaciones a posteriori, haciéndonos creer que Navarra se encuentra atrasada, subdesarrollada, al margen de Europa, en contradicción al repetido discurso de que “Navarra va bien” y a las estadísticas que sitúan a nuestra región por encima de la media europea en cuanto a infraestructuras y nivel económico, aunque no así en calidad de vida.

En segundo lugar, el “Estudio funcional del corredor ferroviario cantábrico-mediterráneo”, debiera aportar información económica, funcional, medioambiental, y de la explotación de esta línea de alta velocidad, pero al parecer sus resultados no son del agrado de la administración, ya que se resiste a publicarlo después de haber gastado en él más de 100 millones de las antiguas pesetas.

Y si continuamos con otros estudios financiados por el Ministerio de Fomento nos encontramos con unas conclusiones que echan por tierra las supuestas ventajas del TAV. Así, un grupo de investigador@s de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria ha constatado que la inversión del tren de alta velocidad entre Madrid y Barcelona, teniendo en cuenta la demanda existente, no resulta rentable ni económica ni socialmente. Este estudio, fue publicado en septiembre de 2007 por la Journal of Air Transport Management, bajo el título de “Competition of high-speed train with air transport: The case of Madrid–Barcelona”.

Por último, el “Estudio de los efectos de la línea de alta velocidad Madrid-Sevilla sobre la movilidad, el sistema territorial y el desarrollo regional” encargado por el Ministerio de Fomento y realizado durante 2001-2003 por Taller de Planificación S.L., concluía que:

Los efectos socioeconómicos generales generados por la línea de alta velocidad eran casi nulos en el desarrollo de las poblaciones que une (Madrid, Ciudad Real, Puertollano, Córdoba y Sevilla), con tendencias constantes antes y después de la actuación.

En todo caso, el desarrollo ha favorecido a las ciudades que previamente estaban más desarrolladas: Madrid y, en menor medida, Sevilla.

En las poblaciones intermedias se observó una reducción de las sedes sociales de las empresas a los centros pasivos (de atención al cliente, etc.), mientras que se concentraban en Madrid los centros empresariales y recursos de alto valor añadido.

Ha habido pocos cambios de residencia. Pero el 60% de éstos se han producido hacia Madrid.

Por último, el estudio recomienda evaluar las necesidades de infraestructura, y observar si hay inversiones alternativas, más productivas, que los ingentes fondos que se invierten en las líneas de AVE.

A la oposición contra el TAV se nos reprocha que estamos en contra del progreso. Pero ¿de qué progreso estamos hablando?. El territorio navarro es pequeño; nuestros recursos naturales (agua, terrenos agrícolas, bosques y minerales) son limitados; en cambio, la contaminación y los desechos producidos por el ser humano aumentan continuamente; y algún día se agotarán el petróleo y el gas.

Creemos que el TAV representa todo lo contrario al progreso. Responde a un modelo de desarrollo obsoleto y que diariamente nos muestra problemas nuevos, que prevé un crecimiento infinito del volumen de mercancías transportadas (que luego se convertirán en la basura de mañana), que considera prioritarias la velocidad y la cantidad, sin importarle la calidad, es decir si realmente, y por qué, hace falta transportar algo.

Progreso quiere decir comprender que existen límites físicos a nuestro afán de construir incesantemente y transformar el rostro del planeta. Progreso quiere decir optimizar, hacer más eficiente y duradero lo que ya existe, eliminar lo superfluo e invertir en crecimiento intelectual y cultural, más que en crecimiento material.

Jorge Iriarte, Goio González Xabier Zubialde, Pablo Lorente, Jesús Mari Tomás y Alfontso Gartziandia.

Pamplona, 27 de junio de 2008

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