Carta a la ministra de la guerra
Etiquetas: Bardenas, Carme Chacón 0 comentariosEl Diario de Huarte publica la siguiente Carta al Director que reproducimos por su evidente interés. Me estremeció cuando la vi paseando, joven, bella y embarazada, pasando revista a las tropas, ante los sables y armas de hombres uniformados, con paso tranquilo y firme. Puedo asegurarle que pensé, con cabrilleo en la piel, que usted, y el niño o niña que albergaba en su vientre, tenía la misma sensación de espanto que yo. También me estremeció verla bajar las escalerillas de un avión militar cuando visitó las tropas en Afganistán y Líbano y el militar jefe de turno, en lugar de darle un beso, como yo creo debe bien recibirse a una mujer embarazada, le saludó con saludo militar, como me enseñaron a mí cuando me obligaron a hacer la mili en el Sáhara, que por entonces decían que era España y ahora parece que ya no lo es. Lo malo es que ya no es del pueblo saharaui sino de Marruecos. He escuchado ácidas críticas sobre usted porque llevaba en sus viajes de guerra el equipo sanitario suficiente para que no le ocurriera nada al bebé que llevaba en su vientre. No haga caso, pues su niño o niña es más importante que todos los aviones de guerra y armas que existen en el mundo. Pero no es de eso de lo que quería hablarle, sino de las Bardenas. Sólo le pido cinco segundos para que le ordene a una de sus secretarias que pinche en el sitio: http://novelaelectronica.eu/ , donde encontrará un libro que se titula "Las Bardenas" , que puede leer y bajarse gratis et amore . Allí encontrará recomendaciones sobre ese curioso lugar, declarado Patrimonio de la Humanidad o de la Biosfera o algo así, que es bombardeado desde hace 56 años con armas. Vaya usted a saber si eran y son químicas, nucleares o simplemente de matar, por los aviones de la OTAN. Ese libro lo he escrito yo, y se lo he dedicado a mi padre, que murió de leucemia y que cuando murió no se nos ocurrió pensar que tal vez tuvo algo que ver el bombardeo continuo de las tierras que él laboraba para alimentar a su familia; pues él, mi padre y yo, somos nacidos en uno de los 22 pueblos congozantes las Bardenas. Puestos a pedir, sólo le pido que un día, sin que nadie se entere, sin publicidad, vaya una mañana cualquiera a colocarse bajo el cielo de ese campo de tiro cuando hacen pruebas en vuelo rasante los pájaros metálicos de la guerra, y podrá comprobar cómo se le eriza el vello. Me han dicho que usted ha declarado que no encuentran otro lugar, después de 56 años, en toda Europa para sustituir al único campo de tiro que resulta ser las Bardenas. También me han dicho que va a negociar con los pueblos bardeneros afectados. No lo va a tener difícil. Con lo que cuesta el ala de un avión de los que se pasean probando cómo apuntar mejor, puede comprarlos a todos los pueblos. Los que mandan, eso sí, elegidos democráticamente, se venden por muy poco dinero. Y los jóvenes, que en teoría debían manifestarse con entusiasmo y fiereza contra algo que dicen luchar, están ocupados en otros menesteres y negocios más prácticos como buscar trabajo y casa, además de coche y toda la parafernalia electrónica que les absorbe el seso y el tiempo. Nada más. No hace falta que se moleste en responderme. Daniel Ezpeleta
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